Ami juicio, no se pueden crear personajes sino despu�s de haber estudiado mucho a los hombres, como no se puede hablar una lengua sino a condici�n de haberla aprendido seriamente. Como no he llegado a�n a la edad de inventar, me limito a relatar. Exhorto, pues, al lector a que se convenza de la realidad de esta historia, cuyos personajes, a excepci�n de la hero�na, viven todos a�n. Por otra parte, hay en Par�s .testigos de la mayor parte de los hechos que aqu� recojo, y que podr�an confirmarlos, si mi ...
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Ami juicio, no se pueden crear personajes sino despu�s de haber estudiado mucho a los hombres, como no se puede hablar una lengua sino a condici�n de haberla aprendido seriamente. Como no he llegado a�n a la edad de inventar, me limito a relatar. Exhorto, pues, al lector a que se convenza de la realidad de esta historia, cuyos personajes, a excepci�n de la hero�na, viven todos a�n. Por otra parte, hay en Par�s .testigos de la mayor parte de los hechos que aqu� recojo, y que podr�an confirmarlos, si mi testimonio no bastara. Por una circunstancia particular s�lo yo pod�a escribirlos, porque s�lo yo fui el confidente de los �ltimos detalles, sin los cuales hubiera sido imposible hacer un relato interesante y completo. Pues bien, veamos c�mo llegaron a mi conocimiento esos detalles. El 12 de marzo de 1847 le� la calle Lafitte un gran cartel amarillo en que se anunciaba la subasta de unos muebles y otros curiosos obletos de valor. Dicha subas ten�a lugar tras una defunci�n. El cartel no pon�a el nombr� de la persona muerta, pero la subasta iba a llevarse a cabo en la calle de Antin, n�mero 9, el d�a 16, de doce a cinco de la tarde.
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