Cuando yo era m�s joven y m�s vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces. Antes de criticar a nadie, me dijo, recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido t�. Eso fue todo, pero, dentro de nuestra reserva, siempre nos hemos entendido de un modo poco com�n, y comprend� que sus palabras significaban mucho m�s. En consecuencia, suelo reservarme mis juicios, costumbre que me ha permitido descubrir a personajes muy curiosos y tambi�n me ha ...
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Cuando yo era m�s joven y m�s vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces. Antes de criticar a nadie, me dijo, recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido t�. Eso fue todo, pero, dentro de nuestra reserva, siempre nos hemos entendido de un modo poco com�n, y comprend� que sus palabras significaban mucho m�s. En consecuencia, suelo reservarme mis juicios, costumbre que me ha permitido descubrir a personajes muy curiosos y tambi�n me ha convertido en v�ctima de no pocos pesados incorregibles. La mente an�mala detecta y aprovecha enseguida esa cualidad cuando la percibe en una persona corriente, y se dio el caso de que en la universidad me acusaran injustamente de intrigante, por estar al tanto de los pesares secretos de algunos individuos inaccesibles y dif�ciles. La mayor�a de las confidencias no las buscaba yo: muchas veces he fingido dormir, o estar sumido en mis preocupaciones, o he demostrado una frivolidad hostil al primer signo inconfundible de que una revelaci�n �ntima se insinuaba en el horizonte; porque las revelaciones �ntimas de los j�venes, o al menos los t�rminos en que las hacen, por regla general son plagios y adolecen de omisiones obvias. No juzgar es motivo de esperanza infinita. Todav�a creo que perder�a algo si olvidara que, como suger�a mi padre con cierto esnobismo, y como con cierto esnobismo repito ahora, el m�s elemental sentido de la decencia se reparte desigualmente al nacer.
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