SUERTE DE �NGEL, a la vez luminoso y t�trico, amoroso y rebelde, desesperado y ardoroso, Charles Baudelaire tuvo en su mundo y en el mundo actual de la poes�a un lugar preponderante. Lleg�, lo ocup� y perdura inmortal. Su labor po�tica fue completada por la prosa, la cr�tica y la revelaci�n en Francia de un precursor: su endemoniado y tr�gico, Edgar Poe. Adem�s su propia existencia fue una simbiosis s�lo comparable con las de sus pr�ximos Rimbaud y Verlaine. En este volumen presentamos, sin la ...
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SUERTE DE �NGEL, a la vez luminoso y t�trico, amoroso y rebelde, desesperado y ardoroso, Charles Baudelaire tuvo en su mundo y en el mundo actual de la poes�a un lugar preponderante. Lleg�, lo ocup� y perdura inmortal. Su labor po�tica fue completada por la prosa, la cr�tica y la revelaci�n en Francia de un precursor: su endemoniado y tr�gico, Edgar Poe. Adem�s su propia existencia fue una simbiosis s�lo comparable con las de sus pr�ximos Rimbaud y Verlaine. En este volumen presentamos, sin la alteraci�n que hubiera impuesto un presuntuoso, irreverente y hasta dir�amos agraviante prurito versificador, casi en su totalidad, la que es su perdurable labor po�tica. Como en anteriores circunstancias con Whitman, Rilke y Rimbaud, vertimos ahora al castellano corriente sus divinas palabras, expresi�n de la esencia po�tica suya. Lo otro, consecuencia de una obligada y servil adaptaci�n a la m�trica, la rima y otras zarandajas del menester po�tico, adem�s de adocenado, habr�a resultado un agravio para nuestro poeta incomparable e inimitable, a la vez que desleal actitud ante el lector. Se le brinda aqu�, pues, el verbo mas nunca la m�sica sublime de Charles Baudelaire. Es, dir�amos, s�lo la trama sobre la que urdi� sus sinfon�as perdurables.
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