Ten�a uno [hermano] casi de mi edad, que era el que yo m�s quer�a, aunque a todos ten�a gran amor y ellos a m�; junt�bamonos entrambos a leer vidas de santos... Espant�banos mucho el decir en lo que le�amos que pena y gloria eran para siempre. Acaec�anos estar muchos ratos tratando desto, y gust�bamos de decir muchas veces �para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Se�or servido, me quedase en esta ni�ez imprimido el camino de la verdad. De que vi que era imposible ir ...
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Ten�a uno [hermano] casi de mi edad, que era el que yo m�s quer�a, aunque a todos ten�a gran amor y ellos a m�; junt�bamonos entrambos a leer vidas de santos... Espant�banos mucho el decir en lo que le�amos que pena y gloria eran para siempre. Acaec�anos estar muchos ratos tratando desto, y gust�bamos de decir muchas veces �para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Se�or servido, me quedase en esta ni�ez imprimido el camino de la verdad. De que vi que era imposible ir adonde me matasen por Dios, orden�bamos ser ermita�os, y en una huerta que hab�a en casa procur�bamos, como pod�amos, hacer ermitas poniendo unas piedrecillas, que luego se nos ca�an, y ans� no hall�bamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devoci�n ver c�mo me daba Dios tan presto lo que yo perd� por mi culpa. Acu�rdome que cuando muri� mi madre qued� yo de edad de doce a�os, poco menos; como yo comenc� a entender lo que hab�a perdido, afligida fuime a una imagen de Nuestra Se�ora y supliqu�la fuese mi madre con muchas l�grimas. Par�ceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido, pues conocidamente he hallado a esta Virgen Soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a s�. (Del cap�tulo I de la Vida de la santa Madre Teresa de Jes�s, que escribi� ella misma por mandado de su confesor.
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