La mayor�a de las poetisas-decimistas del siglo XXI son desconocidas en Cuba. No se publican sus textos reunidos en un libro. Algunas en menor medida, han tenido la oportunidad de incluir d�cimas en poemarios, es un fen�meno que no debe su existencia a la falta de calidad. La d�cima cubana, a pesar de estar en nuestras ra�ces, tiene muchos detractores, la d�cima es sin�nimo de repentismo, ese arte local que se apoya en temas manidos y busca rimas banales y elementales, sin lirismo y con pobre lenguaje metafï¿ ...
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La mayor�a de las poetisas-decimistas del siglo XXI son desconocidas en Cuba. No se publican sus textos reunidos en un libro. Algunas en menor medida, han tenido la oportunidad de incluir d�cimas en poemarios, es un fen�meno que no debe su existencia a la falta de calidad. La d�cima cubana, a pesar de estar en nuestras ra�ces, tiene muchos detractores, la d�cima es sin�nimo de repentismo, ese arte local que se apoya en temas manidos y busca rimas banales y elementales, sin lirismo y con pobre lenguaje metaf�rico. Los detractores de la d�cima recurren a la vieja singular caracter�stica de su cercan�a con el aburrido sonsonete. Este peque�o libro, escrito por Elizabeth �lvarez Hern�ndez es un libro de d�cimas y punto. No es un cuaderno de d�cimas femeninas. Me niego a utilizar esa separaci�n que com�nmente utilizan los expertos para analizar el conjunto de una obra l�rica. La d�cima es una sola. "Cuando el dolor se convierte en palabra" es un canto vivaz, repleto de savia popular, lleno de peculiaridades estil�sticas, ling��sticas y de contenido. De homenajes a los grandes maestros del soneto y la d�cima. Lleno de aliento y adjetivos que solo las mujeres emplean cuando utilizan los m�sculos del coraz�n, indomables y caprichosas, nosotros los hombres agonizamos sin ellas. En los versos de Elizabeth �lvarez Hern�ndez, aflora un lacerante desgarramiento de su contradictorio mundo interior, pero se defiende a zarpazos que estallan como sus recursos po�ticos. Hace una eternidad, cuando sol�amos reunirnos los poetas en Cuba, para escoger los textos que formar�an un d�a un libro (muchos siguen esperando esos libros) en cierto momento sublime de opinar sobre una determinada obra, sonaba en el aire la frase que bastaba para enviar a la fr�gil gloria al autor: �Muy bueno! Dicho con sonido de labios en arco tendido, como quien ofrece la entrada al reino o un beso que quede en la memoria para siempre. Muy bueno, Muy bueno, porque con tus palabras, Elizabeth, sobrevivo y sue�o que estoy vivo. Eduardo Ren� Casanova EaloEditorial Primigenios Miami, Fl.
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