Simplemente Santiago, o El Chago para algunos, naci� en Guant�namo un solo 5 de octubre de 1940, para enterarse en la tercera edad que tal vez pudo ser noviembre, incertidumbre de haberse convertido en un escorpi�n a punto de perder el balance de toda una vida. El paso por el instituto de su ciudad natal lo llev� a tener como profesor de espa�ol a Don Regino Boti y en sus clases donde aprendi� de todo menos del uso de las preposiciones y los adverbios supo que las cosas ten�an dos caras y ninguna era la de la ...
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Simplemente Santiago, o El Chago para algunos, naci� en Guant�namo un solo 5 de octubre de 1940, para enterarse en la tercera edad que tal vez pudo ser noviembre, incertidumbre de haberse convertido en un escorpi�n a punto de perder el balance de toda una vida. El paso por el instituto de su ciudad natal lo llev� a tener como profesor de espa�ol a Don Regino Boti y en sus clases donde aprendi� de todo menos del uso de las preposiciones y los adverbios supo que las cosas ten�an dos caras y ninguna era la de la verdad, que solo la justicia, porque tambi�n como juez se desempe�aba el poeta, por puro formulismo aplicaba la ley a su manera, asombrado despu�s de esa clase magistral corr�a a guarecerse en la pantalla de plata como si fuera un cabaret de cine mexicano donde Nin�n Sevilla bailaba con malicia, v�ctima del pecado; Mar�a Antonieta Pons mov�a la cintura sin freno de un lado para otro lejos de seguir los compases musicales veng�ndose de los hombres a golpe de cadera y Rosa Carmina, bajo las �rdenes de Juan Orol bajaba del cielo como un �ngel donde los g�nsteres a tiro limpio se iban a disputar su belleza, porque ella, seguro, conoc�a bastante del averno y as� fue creciendo el diminuto Rodr�guez acumulando fichas de estrellas, luego directores, despu�s fueron los fot�grafos y hasta los nombres raros de m�sicos como Miklos R�zsa, Misha Bakaleinikoff o Dimitri Tiomkin. Por su habilidad con los ciencias se hizo ingeniero qu�mico en la Universidad de Santiago de Cuba y de rumbo para La Habana, donde �nico se pod�a vivir en nefastos tiempos de revoluci�n, continuar con la ingenier�a, ahora agron�mica, porque al fin y al cabo lo iban a poner a cortar ca�a, desyerbar platanales o recoger caf� y lo mejor era prepararse mentalmente. Hasta el d�a en que conoci� a Antonia Eir�z y todo cambi� como por arte de magia porque para sobrevivir, como los pobres, hay que hacerse artista y ella fue paciente en su formaci�n. De c�mo par� en Miami y se hizo un escritor cubano-americano es otro cantar, sin cabida para unas memorias, demasiado aburridas que ser�an por la semejanza a la de cualquier cubano que siempre cuenta lo mismo, la verdad absoluta, algo que solo existe en esa isla volc�nica donde hacen erupci�n los exabruptos. Hoy se divierte con este libro titulado Cine de bolsillo y a leer se ha dicho. Tener en cuenta que no es colmar la satisfacci�n de Chago sino un regalo de �l con mucho amor para ustedes, los lectores.
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