Lector, el libro que tienes en tus manos no es un libro; son muchos libros. No es un sue�o; son muchos sue�os. Los diecis�is relatos que lo integran abarcan un per�odo de diez a�os, que se comprimen entre sus pastas; una d�cada entera, durante la cual esos muchos sue�os -o quiz� un solo sue�os, multiplicado- tomaron forma. Sin embargo, dicha forma no es definitiva de ning�n modo, ya que los relatos conservaron su naturaleza on�rica, tanto en su estilo como en su secuencialidad: de uno a otro relato ...
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Lector, el libro que tienes en tus manos no es un libro; son muchos libros. No es un sue�o; son muchos sue�os. Los diecis�is relatos que lo integran abarcan un per�odo de diez a�os, que se comprimen entre sus pastas; una d�cada entera, durante la cual esos muchos sue�os -o quiz� un solo sue�os, multiplicado- tomaron forma. Sin embargo, dicha forma no es definitiva de ning�n modo, ya que los relatos conservaron su naturaleza on�rica, tanto en su estilo como en su secuencialidad: de uno a otro relato se puede pasar de lo rid�culo a lo serio, de lo cotidiano a lo fant�stico, de lo sacro a lo profano. Ning�n relato te prepara para el siguiente; ninguna l�gica separa a una narraci�n de otra, quiz� por completo diferente u opuesta. Durante la preparaci�n �ltima del libro y a fin de salvaguardar su naturaleza de sue�o -o sue�os- se dejaron de lado las convenciones cronol�gicas y tem�ticas. No se busc� hacer avanzar al lector de la aurora al crep�sculo, ni de separar la risa del asco o la reflexi�n del asombro. Hacerlo de esa manera hubiera sido privar al lector de la oportunidad de establecer por s� mismo su interpretaci�n personal, por medio de la cual el libro adquiere su significado �ltimo.
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