Una caja de zapatos vac???a comienza como un juego en el cual se representa un ritual en tres partes: la tortura, la inmolaci???n y la interrogaci???n. En el primer acto Carlos patea una insignificante e indefensa caja de zapatos vac???a y termina con la ejecuci???n de la misma. Despu???s interroga a Berta, por no poder interpelar a la inanimada cajita. Carlos, torturador y jefe tir???nico primero, quien s???lo en el juego a puertas cerradas puede asumir el papel del hombre fuerte que en realidad no es, se convertir??? ...
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Una caja de zapatos vac???a comienza como un juego en el cual se representa un ritual en tres partes: la tortura, la inmolaci???n y la interrogaci???n. En el primer acto Carlos patea una insignificante e indefensa caja de zapatos vac???a y termina con la ejecuci???n de la misma. Despu???s interroga a Berta, por no poder interpelar a la inanimada cajita. Carlos, torturador y jefe tir???nico primero, quien s???lo en el juego a puertas cerradas puede asumir el papel del hombre fuerte que en realidad no es, se convertir??? luego, por voluntad propia, en la v???ctima -humanizada caja de cart???n- que soportar??? las patadas de Angelito, el jefe del renovado ritual, s???mbolo del tirano opresor. Mediante el juego, Carlos se adiestra en el sufrimiento y las torturas que tarde o temprano habr???n de llegarle realmente en la sociedad brutalizada donde vive. Uno de los mensajes de Pi???era es que el juego a la tortura permite estar preparado para poder sobrevivir cuando la verdadera tortura llegue. En otras palabras, "guerra avisada no mata soldados". [El comentario del dramaturgo en esta pieza es semejante, en ese sentido, al que nos hace en Dos viejos p???nicos (La Habana: Casa de las Am???ricas, 1968), donde el juego a morirse tiene, precisamente, el objetivo de ahuyentar la muerte, de meterse en ella para romperla desde dentro.] El final de Una caja de zapatos vac???a es singular y muy diferente a otros de Pi???era. El coro, que obedece siempre al m???s fuerte, mediante una inesperada peripeteia, ignora los mandatos de Angelito y aclama a Carlos, quien renace en escena por entre las piernas de Berta, s???mbolo entonces de la patria que da a luz a la nueva libertad. La camisa roja que enarbola entonces el representante del nuevo pueblo [cubano] es emblema del triunfo de los d???biles y oprimidos sobre los corruptos opresores. Tal vez sorprenda al espectador o al lector que Carlos gane su propia liberaci???n sin llegar a superar de veras su aparente cobard???a; pero la soluci???n final no es arbitraria si se tiene en cuenta que el renacer de Carlos y su empe???o en imponerse y vencer la muerte es un glorioso acto de locura. En un momento del di???logo Angelito dice a Berta: "De modo que adem???s de muerto, est??? loco. Habr??? que enviarlo al hospital de dementes del infierno", a lo que Berta contesta: "Si est??? loco puede hacer algo. El ???nico modo de hacer las cosas en grande es enloqueciendo" (P???g. 72). S???lo as??? el exorcismo funciona. Enajenado por las presiones del medio hostil que lo rodea y regula su existencia, el hombre arriesga la propia vida por salvarla, y se lanza sin temor a la batalla por su libertad, o por lo que sea.
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