Hice y deshice mil veces mis juramentos y mis convicciones en tercas borracheras interminables y dolorosas hasta volver a redecorar mi historia para destruirla otra vez, suelta uno de los tortuosos personajes del frenes??? existencial que compila Soundtracks (rocolas que no existen) de Rub???n Machaen. Un hacer y deshacer signa la escritura y sus enigmas; un avance tumultuoso que s???bito se interrumpe y tras el blanco de la p???gina reinicia en otra parte, otro tiempo, otro tajo de vida. Los que en principio aparecen como ...
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Hice y deshice mil veces mis juramentos y mis convicciones en tercas borracheras interminables y dolorosas hasta volver a redecorar mi historia para destruirla otra vez, suelta uno de los tortuosos personajes del frenes??? existencial que compila Soundtracks (rocolas que no existen) de Rub???n Machaen. Un hacer y deshacer signa la escritura y sus enigmas; un avance tumultuoso que s???bito se interrumpe y tras el blanco de la p???gina reinicia en otra parte, otro tiempo, otro tajo de vida. Los que en principio aparecen como relatos sueltos o cap???tulos descartados de una novela inconclusa, urden el dato furtivo de una foto de primera plana: una metralleta Thompson viene a parar al sobresalto sostenido de Caracas ???desde d???nde y c???mo? Suerte de Macguffin, el arma hace un inusual recorrido por el conjunto de narraciones reunidas en torno a las obsesiones del autor desdoblado en sus criaturas extremas. La impronta sonora que da t???tulo al volumen no es arbitraria. La prosa est??? tomada por el tempo de las canciones citadas o que conceden un ep???grafe; ese rock de a???ada que sobrevive como culto entre un pu???ado de las nuevas generaciones. No hay boleros, ni salsa, ni baladas ripiosas de la Latinoam???rica id???lica. Hay varias camadas de hispanoamericanos, descre???dos y desilusionados, herederos de culpas y fracasos, cuyos himnos son canciones de rock; el aullido que reptaba de los garajes a la tarima en la Caracas de los 1980 y 1990 o el rabioso rocanrol porte???o cuyo subtexto comparte con el nihilismo tanguero. Son esos seres nost???lgicos de lo que no vivieron, que aman y desaman como hienas que se lamen las heridas, tan l???cidos como perdidos a la vez, los que merodean ansiosos las tramas de este libro, en busca de una l???rica vencida o de una ???pica sin futuro, rotos por un destino que los lleva y trae, sin pausa para la elecci???n, mientras hacen y deshacen una vida en tr???nsito permanente. No se trata solo de sexo, drogas y rock and roll, esa utop???a desvencijada. La prosa voluptuosamente sombr???a de pronto se demora en la leyenda, el tributo literario, el homenaje a Borges y Cort???zar, a Montejo y Cadenas, la meditaci???n ontol???gica. Entre Caracas, Buenos Aires y M???xico se trasvasa un cosmos hist???rico y tipol???gico, que como los personajes de estos relatos da vueltas como el mundo y se retroalimenta como la cultura, para acabar siempre en el mismo lugar.
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