Acostumbrados a los vicios oportunistas y cansinos de la poes???a cubana, que sublima sin cesar un imaginario infantil donde lo "correcto" y "hermoso" es elevado a categor???as superiores de valor, parece dif???cil permanecer c???modo ante la aridez de un libro, donde el baluarte de lo bello ha sido tomado (o m???s exactamente: violado) por la amargura de un estilo y su paisaje. Alejados de cualquier zona de compromiso y bienestar en s??? mismos, los textos reunidos en este cuaderno no pretenden complacer o edulcorar la ...
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Acostumbrados a los vicios oportunistas y cansinos de la poes???a cubana, que sublima sin cesar un imaginario infantil donde lo "correcto" y "hermoso" es elevado a categor???as superiores de valor, parece dif???cil permanecer c???modo ante la aridez de un libro, donde el baluarte de lo bello ha sido tomado (o m???s exactamente: violado) por la amargura de un estilo y su paisaje. Alejados de cualquier zona de compromiso y bienestar en s??? mismos, los textos reunidos en este cuaderno no pretenden complacer o edulcorar la miseria de un entorno sin rumbo ni destino; antes bien, han sido escritos bajo el peso de la irreverencia, bajo el sentido -dif???cil, por cuanto m???s aut???ntico- de una responsabilidad c???vico-moral, que convierten a esta poes???a en relatora de lo mismo que condena: la ruina f???sica y civil como vivencia fundamental del hombre moderno. Javier L. Mora
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