Cierto que nuestro esfuerzo para integrar el sistema (el Naturalismo) no pod???a tener en Francia el eco que aqu??? tuvo la interpretaci???n seca y descarnada de las purezas e impurezas del natural, porque Francia poderosa impone su ley en todas las artes; nosotros no somos nada en el mundo, y las voces que aqu??? damos, por mucho que quieran elevarse, no salen de la estrechez de esta pobre casa. Pero al fin, consol???monos de nuestro aislamiento en el rinc???n occidental, reconociendo en familia que nuestro arte de la ...
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Cierto que nuestro esfuerzo para integrar el sistema (el Naturalismo) no pod???a tener en Francia el eco que aqu??? tuvo la interpretaci???n seca y descarnada de las purezas e impurezas del natural, porque Francia poderosa impone su ley en todas las artes; nosotros no somos nada en el mundo, y las voces que aqu??? damos, por mucho que quieran elevarse, no salen de la estrechez de esta pobre casa. Pero al fin, consol???monos de nuestro aislamiento en el rinc???n occidental, reconociendo en familia que nuestro arte de la naturalidad con su feliz concierto entre lo serio y lo c???mico responde mejor que el franc???s a la verdad humana; que las crudezas descriptivas pierden toda repugnancia bajo la m???scara burlesca empleada por Quevedo, y que los profundos estudios psicol???gicos pueden llegar a la mayor perfecci???n con los granos de sal espa???ola que escritores como D. Juan Valera saben poner hasta en las m???s hondas disertaciones sobre cosa m???stica y asc???tica. Para corroborar lo dicho, ning???n ejemplo mejor que La Regenta, muestra feliz del Naturalismo restaurado, reintegrado en la calidad y ser de su origen, empresa para Clar???n muy f???cil y que hubo de realizar sin sentirlo, dej???ndose llevar de los impulsos primordiales de su grande ingenio. Influido intensamente por la irresistible fuerza de opini???n literaria en favor de la sinceridad narrativa y descriptiva, admiti??? estas ideas con entusiasmo y las expuso disueltas en la inagotable vena de su graciosa picard???a. Picaresca es en cierto modo La Regenta, lo que no excluye de ella la seriedad, en el fondo y en la forma, ni la descripci???n acertada de los m???s graves estados del alma humana. Y al propio tiempo, ???qu??? feliz aleaci???n de las bromas y las veras, fundidas juntas en el crisol de una lengua que no tiene semejante en la expresi???n equ???voca ni en la gravedad socarrona! Hermosa es la verdad siempre; pero en el arte seduce y enamora m???s cuando entre sus distintas vestiduras po???ticas escoge y usa con desenfado la de la gracia, que es sin duda la que mejor cortan espa???olas tijeras, la que tiene por riqu???sima tela nuestra lengua incomparable, y por costura y acomodamiento la prosa de los maestros del siglo de oro. Y de la enorm???sima cantidad de sal que Clar???n ha derramado en las p???ginas de La Regenta da fe la tenacidad con que a ellas se agarran los lectores, sin cansancio en el largo camino desde el primero al ???ltimo cap???tulo. De m??? s??? decir que pocas obras he le???do en que el inter???s profundo, la verdad de los caracteres y la viveza del lenguaje me hayan hecho olvidar tanto como en esta las dimensiones, terminando la lectura con el desconsuelo de no tener por delante otra derivaci???n de los mismos sucesos y nueva salida o reencarnaci???n de los propios personajes. (B. P???rez Gald???s)
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